jueves, 16 de febrero de 2012

7:00 A.M.

Rojo o tal vez azul. No sé. El sofá de amarilla 
donde está sentada tiene tal vez esos dos colores. 
Amarilla se fuma un cigarro. Se lo fuma sin afán. 
El humo azul del cigarrillo me envuelve. 
Amarilla me lo echa en los bigotes. Puta mierda. 
Siempre hace lo mismo cuando está deprimida.
 Luego subimos a la azotea y Amarilla abre los brazos, respira y me dice que la mañana está perfecta para suicidarse. Entonces me agarra y me lanza a otra azotea que queda abajo  y yo doy vueltas y vueltas y por mis ojos pasan el cielo azul,  los edificios, las nubes, el sol, las ventanas, los ruidos y finalmente caigo parado en la otra azotea en medio de un poco  de ropa extendida y digo mierda, esta Amarilla es cosa seria. Subo hasta donde está Amarilla y me acurruncho entre sus piernas y pienso mierda, qué rico, me arrepiento de haber pensado ahogarme en salsa de tomate. Comemos galletas de chocolate y miramos la ciudad. 

Amarilla se sienta y lee el periódico. 
Me muestra una noticia de un hombre que mataron por una orinada.


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